Arturo Borja

(Arturo Borja Pérez; Quito, 1892-1912) Poeta ecuatoriano que  viajó a París para curarse de una lesión sufrida en un ojo. Allí aprovechó para seguir un curso de literatura, y leer y establecer contacto con poetas simbolistas como MallarméBaudelaire y Rimbaud, aunque su escritor preferido era Verlaine.


De regreso a Quito, Arturo Borja se puso a la cabeza de toda aquella juventud de la capital ecuatoriana que se sentía atraída por la literatura. Formó un grupo con Humberto FierroErnesto Noboa y Caamaño y Francisco Guarderas, y vivió una etapa bohemia. En 1910 tradujo Les chants de Maldoror del Conde de Lautréamont, que publicó en la revista Letras.
Sus expresiones literarias siempre tenían un fuerte dejo de tristeza. Ninguno de sus amigos tomaba en serio su amenaza de que cuando se le acabara el dinero de la herencia de su padre se suicidaría; sin embargo, pocos días después de terminar su luna de miel con su esposa Carmen Roza Sánchez, con quien se había casado el 15 de octubre de 1912, murió de una sobredosis de morfina.

Su vida, breve y precoz, se había hundido en un profundo pesimismo, dominado por la tristeza y la nostalgia; anhelaba retomar el ambiente intelectual de una Francia a la que, bien sabía, no le sería dado volver. Su escasa producción fue recogida y publicada por sus amigos en el libro titulado La flauta de Ónix (1960). Arturo Borja es recordado en Ecuador como el primer poeta que agitó en los albores del siglo XX la bandera de un nuevo modo de hacer poesía.


             Para mí tu recuerdo

Para mi tu recuerdo es hoy como la sombra

Del fantasma a quien le dimos el nombre de adorado…

Yo fui buena contigo.Tu desdén no me asombra.
Pues no me debes nada.



Yo fui buena contigo como una flor.
Un día del jardín en que solo soñaba me arrancaste;
Te di todo el perfume de mi melancolía
Y como quien no hiciera ningún mal me dejaste.



No te reprocho nada, o a lo mas mi tristeza,

Esta tristeza enorme que me quita la vida,
Que me asemeja a un pobre moribundo que reza
A la virgen pidiéndole que le cure la herida.

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