Es originario de Quito. Nació en 1890, en el seno de una familia aristócrata ecuatoriana. Tuvo contacto con la poesía gracias a los libros de la biblioteca familiar; allí quedó prendado de las letras por el resto de su vida.
Si bien tenía gran influencia de los poetas simbolistas y parnasianos franceses, los cuales leía sin mesura, su poesía era pura y de lenguaje sencillo.
Hizo una gran amistad con Arturo Borja y fue él quien lo convenció de publicar su primer libro. En 1929, y luego de la insistencia de Borja, publicó El laúd del valle.
Esa obra fue su logro más significativo. La muerte lo recibió 10 años después de la publicación de su libro; luego de su muerte se publicó su otro libro: Velada palatina.
Aún hay dudas sobre si fue un accidente o suicidio; lo cierto es que el último de los decapitados se despidió en 1939. Con él se fue el último respiro de aquellos que, sin buscar ser mucho, cambiaron la historia literaria de un país.
SIRINGA
Al mirlo que habló perlas al jardín,
Y el Céfiro sahumaba de jazmín
Alborotando tu cabello moro.
Bajo la nervazón del sicomoro
El Grifo festoneado de Verdín,
Prorrumpió en un alegro de violín
Al inundar tu ánfora de oro . . .
Pan chispeaba sus ojos, en acecho
Del nacarado ritmo de tu pecho ...
Y al ocultarse de él como de un tigre
En el margen del río, a poco trecho,
Te trocaste en la caña de que ha hecho
Su flauta azul a que la tarde emigre!
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